El 29 de septiembre de 1868, a pocos días antes de iniciarse en el ejercicio de la presidencia de la Nación, Domingo Faustino Sarmiento pronunció un discurso en un banquete ofrecido por la Masonería Argentina. Allí sostuvo la necesidad de dejar en claro que por su condición de Confraternidad Universal, la Masonería acompañaba las creencias religiosas. Además afirmó que le daba un rol central a la libertad de conciencia como precursora del pensamiento emancipado, un derecho del que el gobierno constitucional es garante. Asimismo destacó la vigencia de la Masonería por su acción benéfica, filantrópica y superadora de toda clase de antagonismos que dividen a los hombres, en sus palabras: “(...) Los masones profesan el amor al prójimo sin distinción de nacionalidad, de creencia y de gobierno, y practican lo que profesan en toda ocasión y lugar (...)” (D.F.S. Obras Completas, Tomo 21, pp. 257).
Por último, culminó su discurso comunicando su desvinculación temporal de la Masonería durante el ejercicio de su mandato presidencial: “(...) Llamado a desempeñar altas funciones públicas, ningún reato personal ha de desviarme de los deberes que me son impuestos; simple ciudadano volveré un día a ayudaros en vuestras filantrópicas tareas (...)” (IBIDEM)
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Banda masónica
Descripción: Textil de seda moiré blanco con flecos y galones dorados. En el centro y recamado en oro los atributos de la masonería, bordado en rojo una cifra. Otorgada a Sarmiento al haber alcanzado el grado más alto dentro de la Masonería Argentina.
Materiales: Seda moiré, gusanillo, lentejuelas
