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Museo Histórico Sarmiento

Carta de Domingo a su hermana Procesa del Carmen

Carta a Procesa del Carmen

Si bien Paula Albarracín y José Clemente Sarmiento tuvieron quince hijos, solo cinco de ellos alcanzaron la vida adulta. Sarmiento fue bautizado con el nombre Faustino Valentín y fue el único varón entre cuatro mujeres: Paula, Bienvenida, Rosario y Procesa.

Las Sarmiento se formaron en las más diversas artes: idiomas, pintura, teatro, bordado y telar. Menos Paula, la mayor, todas se dedicaron a la educación: fundaron colegios, escuelas de arte, fueron profesoras,  directoras y ejercieron cargos de gestión.

Producto de una extensa investigación, el equipo del Museo Histórico Sarmiento compiló en “Epistolario de Domingo Faustino Sarmiento. Cartas familiares” muchas de las cartas que se encuentran en el archivo patrimonial del museo.

Procesa del Carmen fue la menor de sus hermanas y una de las primeras pintoras argentinas reconocidas. Ejerció la docencia dando clases de dibujo, francés, literatura y bordados. Fue maestra de pintura de su sobrina, Emilia Belin, otra destacada artista plástica. Se casó con el ingeniero Benjamín Lenoir, amigo de Sarmiento, y tuvieron dos hijas: Victorina y Sofía.

Buenos Aires, marzo 25 de 1886

Señora doña Procesa Lenoir

Mi querida hermana:

Aurelia Vélez te manda ese modelo para que enriquezcas y varíes tus preciosos trabajos. No es el primero tuyo que poseo. Aquel paisajito del molino lo coloqué yo en un marco llenando el espacio con raso azul plegado; y después de puesto el vidrio Eugenia pintó arriba una golondrina llegando, y yo abajo el mote “home at last!” No te puedes imaginar la gracia encantadora del cuadro del paisaje y el significado que adquirió con esto. He visto ramitos pequeños de Europa, pero siempre de flores pequeñitas y silvestres, como para llevar recuerdos de la naturaleza de un país.

Celebro que hayas recuperado tu salud, aunque siento que te molestes por completar mis personajes.  Con un Franklin que compré en bronce (busto) tengo mi sala llena de notables en la historia y en el saber, que se relacionan conmigo. 

Mi salud ha estado mal estos días; pero me restablezco. Creo que saldré este invierno al Paraguay o a Salta a los baños.

Te lamentas de tu situación, con muchísima razón. Yo te llevo la ventaja de no lamentarme aunque dadas las situaciones no tenga mucho de que estar contento.

Hay un medio de ser feliz y es no creerse el más desgraciado. Fáltame a mí también a veces la resignación; porque habiendo cuidado poco de poseer para mí, consagré mi vida a mejorar la situación política de mi país. Estoy en las últimas jornadas y por lo que has presenciado en San Juan verás cual es mi desencanto y cuán distante estamos todavía de salir del estado de barbarie que creíamos haber dejado ya muy atrás. Lo que seguirá aquí y en toda la República está en vísperas de mostrarse pero para mí, ya puedes imaginarte que estos seis años habrán de ser de lucha o de alejamiento y oscuridad; y seis años finales de la vida es bien precaria situación.

Por lo demás me gusta que la viuda se prepare mejor para llevar la vida. Cuando se examine pensaremos en los medios de que se venga para acá buscándole acomodo en La Plata.

Tengo con este motivo el placer de suscribirme tu afectísimo hermano

Domingo

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