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Museo Histórico Sarmiento

Carta de Domingo a su hermana Vicenta Bienvenida

Carta a Vicenta Bienvenida

Si bien Paula Albarracín y José Clemente Sarmiento tuvieron quince hijos, solo cinco de ellos alcanzaron la vida adulta. Sarmiento fue bautizado con el nombre Faustino Valentín y fue el único varón entre cuatro mujeres: Paula, Bienvenida, Rosario y Procesa.

Las Sarmiento se formaron en las más diversas artes: idiomas, pintura, teatro, bordado y telar. Menos Paula, la mayor, todas se dedicaron a la educación: fundaron colegios, escuelas de arte, fueron profesoras,  directoras y ejercieron cargos de gestión.

Producto de una extensa investigación, el equipo del Museo Histórico Sarmiento compiló en “Epistolario de Domingo Faustino Sarmiento. Cartas familiares” muchas de las cartas que se encuentran en el archivo patrimonial del museo.

Vicenta Bienvenida fue premiada por su labor docente y admirada por su hermano debido a sus aptitudes pedagógicas. Ocupó cargos directivos en distintos colegios como en sociedades de beneficencia. Publicó prospectos y planes de estudio.

Lima, enero 11 de 1865

Sra. Da. Bienvenida Sarmiento

Recibo tu carta de 22 de diciembre hoy, y veo por la proximidad de las fechas que estamos a solo a veinte días de distancia, gracias a la celeridad de las comunicaciones.

Celebro mucho que para enero estén habilitadas las piezas bajas de la Escuela, aunque más hubiera celebrado que Soriano me diese detalles sobre el estado de los trabajos, como celebraré que les llegue en tiempo la carta que escribí, recomendándoles hagan de la apertura de la escuela tan suntuosa fiesta, con asistencia de todos los niños de todas las escuelas, con el aparato con que se hizo en Buenos Aires en igual caso.

Estas fiestas tienen la ventaja, a más de interrumpir la monotonía de la vida en provincia, la de popularizar las escuelas, entre la muchedumbre que no lee diarios ni libros, pero que se educa por los ojos y los oídos, viendo fiestas y oyendo discursos. En los Anales de la Educación, de que hay ejemplares en casa, se encuentran descriptas las famosas fiestas de Buenos Aires y publicados los discursos; y uno y otros pueden servirles de modelo. 

En cuanto a lo que me dices de renunciar a la Dirección del Colegio. Siento mucho que no te convenga que le rebajan $30; pero yo me acuerdo que se puso a más de tu sueldo, $60 para profesores.  Mi opinión sería que hablases personalmente con Dn. Camilo y le dijeses no que sostenga el antiguo presupuesto, sino que él determine las clases que deban pagarse con los treinta pesos, o las que deban suprimirse, o los empleados. Hazlo esto en buena voluntad porque será para un gobierno un obstáculo que no pueda reformar nada, sin que le respondan con una renuncia, mucho más cuando es mi hermana quien la hace; y que en la dotación que di a ese colegio me dejé llevar un poco del deseo de recompensarte bien por tu trabajo. Debes pues pensarlo bien, y no comprometerlo todo, porque algo no marcha como sería de desear. Un nuevo arreglo del colegio allanaría todo.

Si esto no te conviniere, entonces funda tu renuncia en el conocido mal estado de tu salud, sin dejar descubrir motivos pecuniarios, que darán siempre lugar a críticas, y sobre todo sin dejar resfriarse la amistad de D. Camilo, pues tú sabes que esos pequeños disgustos de provincia me alcanzan a mí, y me traen enemistades. Arregla las cosas lo mejor, y si prefieres tener en casa algunas pocas niñas para entretenerte, con menos trabajo, adopta ese camino, vendiendo si te lo compran el material, o llevándolo a casa.

He pedido a Augusto para llevarlo a los Estados Unidos y me ofrece mandármelo Faustina que se muestra muy complacida de la medida.

Tú no me dices que Eloísa piensa venir a Valparaíso y llegar hasta el Perú. ¡Cómo lo celebraría, y más si trajese a Rosario o Josefina, para que vean flores, gente, países, mares que tan buenos recuerdos dejan!

¿Qué le haré desde aquí a la Quinta?. En efecto, el ojo del amo, engorda al caballo. La escuela no se habría realizado sin mi diaria asistencia, como Dn. Henrique no ha de servir bien a dos amos, la Quinta y la viña. Bueno es que le vaya bien en sus negocios particulares, a fin de que otros se animen a ir a San Juan y haya con quién reemplazarlo. A Don Camilo puedes decirle a mi nombre y como simple recomendación que haga una vez al año, o dos si se puede, que los presos o peones vayan a la quinta, y la limpien y desmalecen, porque es preciso hacer justicia, D. Henrique ni nadie, gastará dinero inútil en trabajo tan costoso, y que no deja utilidad alguna. Deben conservarle el carácter de paseo público y hacerla atractiva en este sentido.

Ya he mandado dos cajones de plantas a Valparaíso y Esther de Sarratea preparaba otro para mandarles a casa. No se si he dicho a Rosario que ponga los floripondios y otras plantas que se hielen en macetas de barriles para ponerlas en abrigo en invierno.

De la cuestión española no hay nada decisivo hasta este momento. Están celebrando tratados en las islas con los españoles y aguardamos por horas los resultados.

Mis amigos en San Juan no tienen el hábito de escribir y me privan de sus noticias. Dales expresiones de tu afectísimo hermano.

D.F. Sarmiento

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